MADRIDBURGO
En el contexto político-social actual, no hay tregua ni respiro para el conjunto de la ciudadanía de la vieja Piel de Toro, y en nuestra Catalunya, mucho menos.
Huelga decir;
que la Resiliencia (Capacidad
de adaptación de un ser vivo o conjunto frente a un agente perturbador o un
estado o situación adversos.) ejercitada desde tiempo inmemorial en el
transcurso de la Historia por la sociedad catalana, y más desde la Guerra de Secesión, a mi buen entender,
ha llegado el momento de no violentarla, no corramos el riesgo de que esta
capacidad nos abandone.
Dado que, las
vicisitudes cotidianas se suceden a una celeridad de vértigo, haciendo ardua la
tarea de hallar un tempo, para
deliberar y situar el estado de las "cosas" en su dimensión real y en
cuantía apropiada.
El célebre “Procés”, que si bien es verdad, germina en gran medida
en la sociedad civil de base, este ha sido instrumentalizado tanto por los
políticos de aquí como los de allende del Ebro, con objetivos no tan
diferentes, ya que, las verdaderas carestías del conjunto de ciudadanos no
están reflejados en la persecución de los legítimos anhelos independentistas,
que si bien en el semblante cultural son de sobra justificados, concibe dudas
en el ámbito económico social, al menos desde mi humilde opinión. Y me
explicaré.
La tan hurgada y
simplista frase “Madrid nos roba”,
ha sido el estandarte y banderín de enganche utilizado por los dirigentes catalanes a la
hora de argumentar su “praxis” en el
ideario político y como señuelo de identificar al adversario en oposición a
nuestras legitimas ambiciones.
Este eslogan; (Madrid ens roba), como no puede ser de otra condición, ha inducido la antipatía de la mayoría de los ciudadanos del resto de la Península y con razón; pero no por ello y dicho lo anterior, ha condicionado a la clase dirigente española, la tutela mediática que estos han hecho de ella su “casus belli” no solo por y para la unidad de la Patria, sino también de sus privilegios, verdadero argumento de interés en aras de su favorecida posición.
Este eslogan; (Madrid ens roba), como no puede ser de otra condición, ha inducido la antipatía de la mayoría de los ciudadanos del resto de la Península y con razón; pero no por ello y dicho lo anterior, ha condicionado a la clase dirigente española, la tutela mediática que estos han hecho de ella su “casus belli” no solo por y para la unidad de la Patria, sino también de sus privilegios, verdadero argumento de interés en aras de su favorecida posición.
Al utilizar un
topónimo para argumentar nuestra causa, vaciamos de contenido filosófico la
justa causa de nuestra reivindicación cultural como nación, con componentes
económicos que, aún siendo irrefutables algunos, no son suficientes por sí
solos para hacer una defensa a ultranza de la segregación. Todo lo económico es
mudable, es más, tan solo éste es resultado de contextos convenidos; mientras que el hecho cultural, una vez
disuelto, no es reversible. Un ejemplo claro, lo tenemos en las Islas
Canarias: los guanches hoy en día existen físicamente hablando, no fueron
aniquilados, pero se suprimieron como
colectividad cultural por la imposición de una cultura foránea, consecuencia de
su conquista por Castilla.
La insistente repetición del topónimo “MADRID” ha provocado la antipatía de los que consideran a la Villa y Corte su capital, tanto si viven en la Meseta, como en el Valle del Guadalquivir o en los Montes Cántabros.
Este, es el desliz colosal de los dirigentes políticos catalanes, que para incorporar aquí, han provocado la reacción lógica de los de allá.
Si al menos, hubieran tenido un talante pedagógico poderoso en exponer nuestras razones, sin entrar en menosprecio de las cualidades de los demás, quizás alguna empatía entre las vecindades peninsulares, hubiésemos conseguido. Ya sé que hemos sido a veces adecuadamente pedagógicos y que los efectos perseguidos no han sido los esperados, pero no por ello debemos de renunciar a nuestros proyectos razonadamente para trasformar la antipatía en empatía. Porque en las Castillas existe gente de buena fe y con ganas de alcanzar soluciones razonadas, sólidas y perdurables.
La cuestión es
que de los errores de unos; otros se benefician y así tenemos que los
integrantes del MADRID oficial, Madrid como concepto, han aprovechado el craso traspié en aras de
sus beneficios.
Cuando hablo de Madrid concepto, me refiero al Madrid, que no va más allá del perímetro enmarcado por el trazado de la M-30, dentro del cual proliferan las grandes fortunas del Estado, que desde allí negocian todo lo Español, desde su principio como tal, Estado, que yo considero en el año 1833 con la división provincial realizada por el ministro del Burgo, a imagen y semejanza de la centralista Francia.
Cuando hablo de Madrid concepto, me refiero al Madrid, que no va más allá del perímetro enmarcado por el trazado de la M-30, dentro del cual proliferan las grandes fortunas del Estado, que desde allí negocian todo lo Español, desde su principio como tal, Estado, que yo considero en el año 1833 con la división provincial realizada por el ministro del Burgo, a imagen y semejanza de la centralista Francia.
Esta elite “gestionadora” en los intereses del resto de los peninsulares
no ha hecho nada más que procurarse y proveerse de sus haciendas, para sí y sus
herederos, de tal modo que hay un número
muy reducido de familias, con sus ilustres y pomposos apellidos, que se repiten
en los altos cargos y en todos los recintos del poder, desde el político,
económico, judicial y militar, como una
inmensa cascada desde la fecha señalada anteriormente
Esta clase
pudiente tiene su hábitat natural entorno al Madrid de los Austrias y en los barrios anexos al él, como Salamanca,
Retiro etc., no yendo más allá de la M-30. Para estos, esto es su Castillo, y todo lo del más allá de la
circunvalación viaria, es Extramuros;
ósea “los Burgos” cual fuéramos en el Medievo que se instalaban en los arrabales residenciales de la
nobleza y/o conventos, y de los cuales se sustentaban y aprovechaban los
moradores de la magnitud arquitectónica aposento de clase noble.
Concurriendo para esta Nobleza del S.XXI, su feudo, todo lo que está fuera de la aludida vía rápida madrileña y no incumbiéndose el resto como, Coslada, Móstoles, Soria, Zaragoza, Valencia o Catalunya.
Concurriendo para esta Nobleza del S.XXI, su feudo, todo lo que está fuera de la aludida vía rápida madrileña y no incumbiéndose el resto como, Coslada, Móstoles, Soria, Zaragoza, Valencia o Catalunya.
Lo que
verdaderamente temen no es la
independencia de Catalunya (y no por la quiebra del Estado), sino porque esta significaría el fin de sus prebendas como
clase elitista que son, pudiendo avivar y poner al descubierto los desmanes
fiscales que en nombre de España y por la razón de su existencia, se han
atiborrado, más como calaña que como aparato gestor del Estado.
La secesión de Catalunya supondría el derivo concluyente de las murallas
que les resguardan, donde ostentan y gozan de una vida semejante al señor
feudal Mediaval.
Eso es la auténtica al menos para mí una de las primordiales razones de los poderes fácticos por lo que imposibilitan cualquier tipo de dialogo, en aras de esa (suya) España de la cual conciben banderola de enganche para justificar y deleitarse de los inmensos placeres de un poder casi despótico, que les brinda los recovecos de las estructuras del Estado, donde están instalados todas las rimbombantes familias ilustres de nuestra Edad Contemporánea.
Eso es la auténtica al menos para mí una de las primordiales razones de los poderes fácticos por lo que imposibilitan cualquier tipo de dialogo, en aras de esa (suya) España de la cual conciben banderola de enganche para justificar y deleitarse de los inmensos placeres de un poder casi despótico, que les brinda los recovecos de las estructuras del Estado, donde están instalados todas las rimbombantes familias ilustres de nuestra Edad Contemporánea.
Nos hallamos
pues que los catalanes, rotulando de una forma desacertada y simplista a
nuestros adversarios e involucrando toponimia con sus aborígenes, no hemos
hecho más que justificar la autodefensa de las ventajas de los señores del
Feudo y, para más “inri” hemos inducido
a que se unan a su causa en su defensa a los vecindarios del Burgo; es decir, los de Coslada, Móstoles, Soria, Zaragoza, etc.
He aquí en el
embrollo que nos topamos: para esta clase dirigente e impoluta, nuestras
pretensiones son su munición, su coartada, su baluarte en la unión de clase que
son, robustecidas por una cuantía
significativa de adeptos a la causa patria, víctimas igual que nosotros, de los
infortunios de dicha estirpe social que se consideran por encima del bien y del
mal y; tratándoles como foráneos al
Extramuros son.
Todo esto no es nuevo, la escenificación de esta función melodramática de la sociedad española tuvo su preámbulo a finales del S.XIX con gran éxito (por cierto), cuyos actores principales, fueron Cánovas del Castillo y Salmerón, versión decimonona del Partido Popular y PSOE, que en estos días vivimos en riguroso directo. Las obstrucciones de estos Señores Feudales para imposibilitar un Gobierno, en el cual tengan cabida Podemos o los partidos nacionalista rozan la ignominia.
Todo esto no es nuevo, la escenificación de esta función melodramática de la sociedad española tuvo su preámbulo a finales del S.XIX con gran éxito (por cierto), cuyos actores principales, fueron Cánovas del Castillo y Salmerón, versión decimonona del Partido Popular y PSOE, que en estos días vivimos en riguroso directo. Las obstrucciones de estos Señores Feudales para imposibilitar un Gobierno, en el cual tengan cabida Podemos o los partidos nacionalista rozan la ignominia.
Concluyendo,
entre los ideólogos del “Proces”
y las cloacas del Estado gestionadas de forma impute por los Nobles de la
Corte, corremos el riesgo que la lasitud en la sociedad agote nuestra
resiliencia y entonces habremos expirado definitivamente, consintiendo por
tiempo indefinido, si cabe más aún, de los goces y prebendas de los
gestores-poseedores de un Feudo llamado España; haciendo fehaciente el refrán
castellano:
….no hay mal que por bien no venga.
….no hay mal que por bien no venga.